A comienzos de año,
allá por enero, la Legislatura porteña dio un importantísimo paso en la
consolidación de la autonomía plena de nuestra Ciudad al aprobar
el traspaso de 18.000 efectivos de la Policía Federal a la
Ciudad de Buenos Aires. Se ha aceptado el traspaso de la Superintendencia
de Seguridad Metropolitana, que tiene a su cargo unos 15.000 efectivos de la
Policía Federal, desplegados en las 54 comisarías porteñas. De acuerdo al
convenio aprobado, también fueron transferidas las unidades de Policía Montada,
Bomberos y la Guardia de Infantería, quienes se unieron a los 6.300 efectivos
que integran la Policía Metropolitana para brindar el servicio de seguridad en
la Ciudad.
Sin embargo, los
porteños y porteñas no hemos notado ninguna mejora en la seguridad en las
calles de nuestra Ciudad, no nos sentimos ni más cuidados ni más protegidos.
Por el contrario, se han retirado todos los controles policiales de acceso a la
ciudad que había en los límites con la provincia de Buenos Aires, así como
también los que se encontraban en las principales avenidas de la Ciudad. Ello, pese a que la Ciudad cuenta con una
normativa legal que contiene aspectos modernos y democráticos para la
organización de una fuerza de carácter preventivo y de cercanía a la sociedad.
La falta de conducción
política del proceso de traspaso de la Policía Federal al Gobierno de la Ciudad
se hace notar en las tres comunas en dónde la Policía Metropolitana tiene una
fuerte presencia. Esas comunas de la Ciudad son la 12
(Villa Pueyrredón, Saavedra, Villa Urquiza y Coghlan), la 15 (Villa Ortúzar,
Chacarita, Villa Crespo, La Paternal, Agronomía y Parque Chas) y la 4 (La Boca,
Barracas, Pompeya y Parque Patricios), barrios en los cuales la relación de la
Metropolitana con la Policía Federal es muy mala. No existe el trabajo conjunto
entre ambas fuerzas de seguridad a pesar de que las mismas se deben fusionar en
una sola Policía. ¿Cómo trabajan? La fuerza que llega primero al lugar del hecho
es la que se encarga del tema, es decir, no hay protocolos de actuación ni
coordinación. Si la Policía Metropolitana llega primero, actúa la
Metropolitana, si por el contrario llega la Federal, del tema se encarga esa
fuerza.
Esta situación se
replica hacia arriba debido a que el Superintendente de Seguridad
Metropolitana, Guillermo Calviño, quien quedó al frente de la “Federal porteña”
aspira a ser el Jefe de la fuerza policial unificada, al igual que los que
están en la cúpula de la Metropolitana, Horacio Giménez y Ricardo Pedace. La
interna está abierta entre estos dos sectores policiales, y demuestra a las
claras la improvisación y la incapacidad de Martín Ocampo y Patricia Bullrich
de conducir a las fuerzas de seguridad.
El Presidente y el Jefe
de Gobierno establecieron un plazo de un año para el proceso de transferencia
de la Policía Federal, cada vez falta menos, y los problemas tienden a
profundizarse. El objetivo principal del Ministro de Seguridad porteño es que
la Legislatura apruebe una ley que unifique a las dos policías y para ello está
dispuesto a efectuar las necesarias concesiones que le solicite la Federal.
¿Qué pasará con los adicionales que cobra la Federal y que la
Metropolitana tiene prohibidos? Recordemos que esos adicionales representan una
parte muy importante del sueldo de los agentes de la Policía Federal.
La seguridad ciudadana
está a la deriva, sin rumbo y sin conducción. El territorio se lo están
disputando dos grupos armados, uno claramente superior y mayoritario que
buscará replicar el modelo ineficaz, militarizado y corrupto de la Policía
Federal en nuestra Ciudad. El otro sector, la actual Policía Metropolitana
nunca tuvo en claro su identidad y demostró ser muy útil a la hora de espiar a
dirigentes opositores y familiares del ex Jefe de Gobierno y a la hora de protagonizar
casos de violencia institucional. El problema es que en el medio estamos
nosotros, la gente.
Publicado originalmente en http://www.xn--vocesporteas-jhb.com.ar/la-seguridad-ciudadana-de-los-portenos-a-la-deriva-juan-manuel-di-teodoro-movimiento-evita-capital/